Al leer esta frase tenemos que pensar si el progreso o desarrollo de la humanidad es para bien o para mal. Es irónico pensar que sea para agilizar su fin o para su propia destrucción. No hay que ser tan pesimistas ni mucho menos dormirse sobre los laureles, pero al mirar el desarrollo y progreso de humanidad debemos pensar más en conjunto y hablar de la naturaleza ya que no estamos solos, necesitamos todos los elementos que conforman este gran ecosistema.
El antiguo director de la fundación Rockefeller Alan Gregg, comparó el actual progreso y desarrollo de la especie humana dentro de la biosfera, con la evolución de un tejido canceroso dentro del cuerpo. Las células de este tejido escapan al control orgánico y se multiplican a expensas del resto de la naturaleza. Si pudiéramos preguntar a las células cancerosas si les resulta ventajoso lo que están haciendo, seguramente contestarían que sí, pero cuando acaben con el organismo ellas morirán también. En la actualidad la humanidad crece y con su desarrollo y progreso, su poder de destrucción de la naturaleza también, acelerando de esta manera la marcha hacia su propia destrucción.
Si lo vemos desde el punto de vista cronológico, la especie humana durará menos ayudada con su superdesarrollada tecnología que cualquier grupo viviente actual o pasado. El ser humano es un recién llegado a este planeta, hace solo dos millones de años comenzaban a desplazarse por las llanuras africanas sus primeros antepasados. En esa época ya se encontraban en la tierra representantes de todos los grupos animales que hoy conocemos, otros habían desaparecido, como los grandes dinosaurios, ellos habían tenido tiempo de desarrollarse, dominar todos los ambientes y extinguirse hace aproximadamente cien o setenta millones de años. La especie humana no es más que un ladrillo de la gran muralla que forma la diversidad de especies terrestres en donde un millón y medio de especies vegetales y animales viven.
El rápido aumento de la especie humana es reciente, hace solo diez mil años cinco millones de individuos formaban la especie humana, actualmente una sola nación, la India supera los setecientos millones. Thomas Malthus predijo en 1798 que “el poder de crecimiento de la población es infinitamente mayor que el poder de la tierra para producir alimentos”. En nuestra superdesarrollada era tecnológica mueren de hambre de 18 millones de personas, la mayor parte son niños, otros millares mueren por enfermedades tradicionales como el cólera, la malaria y viruela. Resulta una ironía que el éxito de la lucha contra las enfermedades no haga más que agravar el problema de la superpoblación que lleva emparejada la muerte por hambre, dolencia para la cual no se ha descubierto ninguna vacuna ni antibiótico eficaz.
La especie humana de forma exclusiva ha alterado el ecosistema como ninguna otra especie y esto se agrava si miramos que es el único ser que para vivir consume no solo la energía presente en la biosfera actual, sino también la energía fósil procedente de biosfera de pasadas eras. Un rebaño de vacas o un campo de trigo podemos cuidarlos de tal forma que no los agotemos, pero los depósitos de carbón o de petróleo no pueden reproducirse mientras los consumimos, por lo tanto llegará un momento en que las únicas energías de que dispongamos serán la solar y la atómica.
Es característica de la especie humana utilizar una gran cantidad de energía extra para necesidades no metabólicas, como calentarse, cocinar, fabricar papel, desplazarse, etc., mientras que la evolución biológica, lleva un consumo mínimo de energía, la evolución cultural conlleva a un terrorífico aumento del consumo extra de energía, gastada en necesidades no metabólicas diez veces superior a la consumida en alimentación.
Desde el punto de vista energético y aunque no aumentase la población, la humanidad también camina hacia el final. En la actualidad un país superdesarrollado como los Estados Unidos con trescientos millones de habitantes consume más energía que la India que tiene 700 millones. El desarrollo igual que la población consume una cantidad siempre creciente e irrecuperable de energía, la especie humana se ha multiplicado sobre la tierra produciendo unos cambios desordenados, consumiendo los ecosistemas del pasado, destruyendo los del presente e hipotecando los del futuro, ojalá que el espíritu de aventura, y no la necesidad imperiosa, sea la fuerza impulsora del éxodo hacia las estrellas o quiera Dios que cambien de pensar y no les ocurra lo de la famosa película “El planeta de los simios”.
ARITMETICA POBLACION Y ENERGIA
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